Con tanta pedorrada adolescente de vampiros emos y con problemas existenciales que deambulan por ahi junto a hombres-lobo maracas, el director Graig Gillespie nos trae una remake del clásico de terror y comedia de la novela de Tom Holland "Fright Night".
La historia es más o menos así: Charlie Brewster (Anton Yelchin) ha alcanzado todos sus objetivos de estudiante secundario: es popular y sale con la minita más deseada de la escuela. Pero ha comenzado a dejar de lado a su mejor amigo y su pasado nerd.
Sin embargo, cuando Jerry (Colin Farrell) se convierte en su vecino,
aunque, al principio, parece un tipo genial, con el paso del tiempo
empieza a percibir en él algo extraño. Desgraciadamente nadie y como siempre pasa, ni
siquiera la madre de Charlie (Toni Collette), se da cuenta de nada.
Después de observar que en la casa de Jerry pasan cosas extrañas,
y una chorrera de cadaveres televisivos, Charlie llega a la conclusión de que su vecino es un vampiro, quien se
sirve de la pasajera vecindad de Las Vegas para hacer de las suyas.
Por fin una historia de vampiros y de rivetes adolescentes que resulta inteligente. Con muchos gags de humor negro y de conocimiento del mundo vampiril, nos adentra en el mundo de la relaciones de amistad y confianza familiar, los primeros amores y la personalidad sin edulcorantes Twilighteros. Con un paso de cine ochentoso, no deja cosas al azar ni mucho menos tiene tapujos melodramáticos actuales. Para volver a las pelis de vampiros clásicas con ganas.
Lo interesante: La cantidad de datos y resoluciones bien pensadas. Peter Vincent (si el de la peli anterior) en una visión muy singular. Un zamarreo a los pavos que siguen las aventuras de los vampiros de la chotísima saga de Twilight y sepan lo que un argumento serio.
Valoración:6,8/10
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